Que en esta sociedad necesitamos que nos inyecten sentido común directamente en vena, es un asunto que me ronda la cabeza casi a diario. Sin ir más lejos, esta semana ha sido terrible, primero el ex-presidente balear, Jaume Matas, reconoce que se saltaba la ley usando dinero negro, después el ministro de educación, apoya a la niña Najwa, desautorizando al instituto.
Según la L.O.E. (ley orgánica de educación) “serán los propios centros educativos los que elaboren sus planes de convivencia, incluyendo la vestimenta” y no hay que ser un lince para deducir que las conductas de los alumnos deberán ajustarse a las normas, sin excepciones. Al que no le gusten, que se cambie de centro. Y se aplica igual para los que se destapan que para los que se tapan, para moros y cristianos, nunca mejor dicho.
No hay más que hablar, es baladí si es símbolo religioso, señal de sumisión, si esta niña puede irse a abortar en un intermedio de clase o si las monjas llevan toca. También carece de valor si es marroquí , alemana, bantú o española, si el padre ejerce presión, si las compañeras muestran solidaridad o los racistas ponen carteles.
Una cuestión bien distinta es que la ley educativa dejó en manos de los institutos la responsabilidad de legislar “a su aire”, un tema demasiado complicado que con seguridad hay que afrontar desde otros estamentos. No nos engañemos, debajo del pañuelo hay un modo de vida asociado a una religión que, quizás por desconocimiento, nos produce sombras y por eso somos mas valientes para quitar el crucifijo que el hiyab.
Al ministro Gabilondo, decirle que en público, un jefe, debe apoyar siempre a sus empleados, sin condiciones. Las diferencias se hablan en privado.Sólo así se crea empresa.
jueves, 22 de abril de 2010
martes, 8 de diciembre de 2009
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